La verdad es que cuando me planteé esta escapada a Bucarest no tenía pensado visitar nada más que la capital de Rumanía, ya que tres días en un destino no te dejan demasiado tiempo para excursiones.
Pero como todos los blogs y foros que consulté coincidían en que Bucarest puede verse sin demasiados problemas en un par de días, decidí valorar opciones para visitar la zona de Transilvania, que se encuentra relativamente cerca de la ciudad.
Buscando por Internet encontrarás multitud de excursiones a Brasov, Peles y Bran (o castillo de Drácula), casi todas en autobús privado y en las que todos los comentarios destacaban la falta de tiempo en cada uno de los destinos. Así que estudiando alternativas, encontré una opción a medio camino entre los tours privados (demasiado caros) y estos viajes en autobús a través de las "experiencias" en Airbnb.
3 castillos y Brasov en 1 día
Esta excursión me permitiría visitar el famoso Castillo de Peles, el Castillo de Bran (también conocido como castillo de Drácula), las fortaleza de Rasnov y la ciudad de Brasov en coche desde Bucarest.
Aunque es un viaje largo, las carreteras rumanas no son las mejores y los atascos son frecuentes, me permitió visitar muchos destinos a los que hubiera sido complicado o imposible acceder en transporte público, y todo ello de una forma relajada, sin prisas y pudiendo disfrutar en cada monumento de tiempo más que suficiente para realizar las visitas.
Compartí el viaje con una pareja belga de Gante, una chica de California y nuestro guía local George. Y realmente valió la pena la experiencia.
La aventura comenzó alrededor de las 7.30 de la mañana cuando George me recogió en la puerta de mi Airbnb y con los otros viajeros ya a bordo. Hicimos una primera parada rápida para tomar un café y empezar a conocernos entre nosotros, y comenzamos el viaje hasta la primera parada del día.
El Castillo de Peles
El Castillo de Peles se encuentra en la localidad rumana de Sinaia y fue construido a finales del siglo XIX como residencia de verano del rey Carlos I de Rumanía. Fue el primer castillo de Europa en inaugurarse con luz eléctrica, y disponer incluso de un ascensor.
Su exterior es una mezcla de varios estilos, y aunque no es especialmente espectacular, es un edificio bonito con un entorno natural que le sienta muy bien y unos pequeños jardines para disfrutar en los días de buen tiempo.
A pesar de ser noviembre nos hizo un día genial de sol y buena temperatura que siempre ayuda a resaltar la belleza de los rincones.
Para visitar el castillo hay varios tipos de entrada. La más habitual consiste en una visita libre a la planta baja del castillo y cuesta 30lei (unos 7€ en noviembre de 2019). También hay otra entrada algo más cara ue permite visitar también el primer piso. Y si quieres poder sacar fotos en el interior debes pagar otros 30 lei adicionales. Además, según las condiciones que tienen en su página web, estas fotos son exclusivas para uso privado, no pudiéndose divulgar ni utilizar en medios impresos, ni digitales, tipo blogs o redes sociales.
Evidentemente es prácticamente imposible controlar esa cláusula. Yo he visto fotos del interior del edificio en muchos blogs de viaje. Incluso la tasa de 30 lei por sacar fotos es fácilmente eludible, ya que en el interior no hay un control muy férreo de quien está haciendo fotos o no.
En cualquier caso decidí cumplir las normas y no tengo fotos del interior del castillo de Peles. Pero puede decir que merece mucho la pena la visita. Especialmente las decoraciones en madera tallada con espectaculares. Y también me llamaron mucho la atención la sala árabe y la sala turca.
La visita al interior me llevó aproximadamente 30 - 35 minutos. Se hace de forma autónoma aunque a ciertas horas también hay tours guiados a los que te puedes unir al comenzar la visita. Si es cierto que el interior del castillo de Peles tal vez se me hizo un poco pequeño y te deja con ganas de más, pero como he dicho es francamente bonito y está todo muy cuidado.
A la salida dí un paseo por los jardines frente al castillo, nos reagrupamos y ya nos estaba esperando nuestro conductor para llevarnos al siguiente punto de la excursión.
El Castillo de Pelisor
De camino de regreso al coche pasamos por delante del adyacente castillo de Pelisor. Más que un castillo en una gran mansión que se encuentra a dos o tres minutos andando del castillo de Peles.
Se construyó unos años después que el castillo principal como regalo al príncipe heredero, y su interior puede también visitarse, aunque nosotros no lo hicimos. No creo que pueda aportar mucho a la visita después de haber disfrutado del castillo de Peles.
El Monasterio de Sinaia
Antes de regresar al coche, nos acercamos a ver el monasterio de Sinaia, que en la práctica se encuentra muy cerca del parking del castillo de Peles. Este monasterio fue fundado a finales del siglo XVII por un noble en su regreso de un viaje por Egipto en el que se había enamorado de un santuario en el monte Sinai. Por ello erigió este monasterio que bautizó como Sinaia.
La iglesia principal actual fue construida posteriormente a mediados del siglo XIX, y es el edificio más representativo del conjunto. No entramos a su interior porque estaban el plena celebración religiosa.
Pero si visitamos la iglesia vieja, que es el edificio original y que está rodeada por un pequeño patio amurallado.
La decoración del interior de esta iglesia es simplemente espectacular y está muy bien restaurado. Aunque la iglesia nueva se ha convertido en el eje principal de la actividad del monasterio, en la práctica el Monasterio de Sinaia es el único monasterio de Rumanía que cuenta con dos iglesias ortodoxas.
El Castillo de Bran (Castillo de Drácula)
La siguiente parada de día ea la ciudad de Bran, principalmente conocida por su castillo, el castillo de Drácula. Se supone que Bram Stoker se inspiró en este castillo para describir la residencia del conde Drácula en su libro. En la realidad Vlad el Empalador (personaje en el que se supone se basa el mito de Drácula) nunca llegó a vivir en este castillo.
Pero bueno, tecnicismos a parte, el Castillo de Bran se ha instaurado oficialmente como el Castillo de Drácula.
El edificio no puede ser más distinto del castillo de Peles que acabábamos de visitar. Pasamos de un palacio de finales del siglo XIX a una fortaleza medieval construida en 1377 sobre una fortificación aún más antigua.
Visto desde el exterior el castillo es imponente por lo escarpado de la ubicación y la verticalidad de los muros. La entrada para visitarlo me costó 40 lei (unos 8.5€ en noviembre de 2019) y además hay entradas adicionales para una exposición de instrumentos de tortura, un "túnel del tiempo" con algunos efectos audiovisuales que no visité.
Había leído en muchos blogs que la visita al interior del castillo de Bran es decepcionante y que no merece la pena. No estoy de acuerdo. El interior del castillo me parece realmente interesante por la distribución de las habitaciones, lo angosto de algunos accesos, sus patos y sin duda sus vistas del entorno.
Lo que es francamente patético de la visita al castillo de Bran es su decoración. Le han intentado dar un aspecto ¿terrorífico? con decoración a base de murciélagos, telarañas, esqueletos... No tenía muy claro si se les había olvidado retirar la decoración de Halloween que se había celebrado dos semanas antes o si realmente pretendía ser algo serio. Simplemente terrible, el tema de la decoración.
Así que hay que visitar el castillo siendo capaz de obviar la decoración y disfrutando de su arquitectura medieval. En ocasiones es casi un pequeño laberinto de pequeñas estancias en el que cuesta orientarse y que te transporta a esa época medieval de fortaleza defensiva. Y todo el tema de los vampiros es otra historia aparte.
A la salida del castillo, nuestro guía George nos invitó a comer un Langos. Aunque nos dijo que el origen es húngaro, es una comida también típica en lagunas zonas de Rumanía. Consiste en una base de masa de pan o torta sobre la que colocan mantequilla, queso y salsa de ajo. Muy rico y un buen tentempié para seguir nuestra ruta por Transilvania.
La fortaleza de Rasnov
Aunque es un punto menos visitado que los anteriores y no se incluye en muchas de las excursiones a Transilvania, el castillo o fortaleza de Rasnov fue uno de mis rincones favoritos de toda la jornada.
Se trata de una construcción medieval en lo alto de la montaña, y aunque se encuentra en un estado francamente deteriorado, nos deja un reflejo estupendo de la forma de vida y como era una construcción amurallada medieval en esta zona de Rumanía.
Justo al lado han construido también un parque temático dedicado a los dinosaurios, donde las maquetas a tamaño real de los dinos se encuentran al aire libre y se podían distinguir a la distancia entre los arboles. Personalmente no me parece una visita muy emocionante, pero tal vez la gente que viaje con niños pueda tenerla en cuenta.
La entrada a la forrtaleza de Rasnov me costó 10 lei (poco más de 2 € en noviembre de 2019) e insisto en que lo considero una visita muy recomendable.
Nada más entrar podemos subir a la torre de la muralla desde donde obtenemos la mejor panorámica de la ciudad amurallada y vemos también la huella de la antigua iglesia que actualmente está totalmente desaparecida.
La característica más importante de la fortaleza de de Rasnov es su emplazamiento, en pleno paso entre Valaquia y Transilvania. Desde el punto de vista más alto tenemos una perspectiva increíble de todo el valle. Y encontramos también una pequeña colección de instrumente de labranza y herramientas usadas en la época.
En el interior de la fortaleza vivían también los campesinos que se refugiaban tras la murallas. Y es toda esta estructura de ciudad con casas, escuela y capilla la ue la hace una visita tan diferente a la de otros castillos que sólo eran usadas por el señor feudal y sus tropas.
En la zona baja de la ciudad podemos visitar también el antiguo pozo que servía para abastecer de agua a la fortaleza aislada en lo alto del monte. Este pozo tiene más de 150 metros de profundidad y fue construido por varios prisioneros turcos, por lo que se dice que en las pareces del mismo pueden leerse algunos versículos del Corán.
Brasov
Nuestro último destino del día sería la ciudad de Brasov. Antes de llegar hicimos una parada en un mirador de la carretera en la que se puede comprobar lo grande que es en realidad esta ciudad. Sin embargola parte más interesante para el turista, el casco antiguo o casco histórico medieval es relativamente pequeño y puede recorrerse de forma sencilla andando.
En Brasov hicimos u pequeño recorrido por las antiguas murallas que rodeaban la ciudad y callejeamos por distintas calles del casco antiguo. Se supone que aquí encontramos la calle más estrecha de Europa. La verdad es que es un calificativo que creo que se intentan otorgar varias calles en diferentes países, pero hay que reconocer que esta es especialmente larga y estrecha. Además nuestro guía nos dijo que esta se considera calle porque las casas tienen ventanas hacia ella. Que en otras ubicaciones puede haber pasadizos mas estrechos, pero que están formados por pareces de casas sin ventanas.
El casco viejo de Brasov está lleno de bares, restaurantes y tiendas claramente orientados a turistas.
Se nota que es un punto neurológico al que llegan y en el que se alojan muchas personas para recorrer la zona de Transilvania. Pero en cualquier caso es muy agradable de pasear y disfrutar de las terrazas y el buen ambiente.
Es muy destacable también la iglesia negra (Black Church) que lamentablemente no pudimos visitar su interior porque cierra los domingos. Se trata de una iglesia imponente de estilo gótico, y que recibe su nombre debido a un gran incendio en la ciudad que oscureció sus paredes.
En Brasov cenamos en un restaurante de la zona más turística. A pesar de eso el precio de la comida (casi ya cena) fue de unos 14€ por cabeza, incluyendo bebidas y propina.
Desde aquí emprendimos el regreso a Bucarest con los inevitables atascos en el camino de regreso. De nuevo George me dejó en la misma puerta de mi Airbnb. En total fueron casi 15 horas de excursión, pero muy bien aprovechadas.