Nuestro viaje comenzaba a las 6:50 en el aeropuerto de Bilbao para volar a París y desde ahí, tras una escala de 1h 20' dirigirnos a Ljubljana, la capital de Eslovenia.
Las veces que he volado a Charles de Gaulle en París siempre me ha parecido un aeropuerto caótico y mal organizado. Está tan compartimentado en terminales y subterminales que resulta muy poco práctico para el viajero. Esta ocasión no fué una excepción, y el tiempo de 1h 20' es escala fue tremendamente justo para pasar de la terminar 2G a la 2D, con transbordo en autobús y necesidad de volver a pasar el control de seguridad en la nueva terminal.
Por lo demás los vuelos transcurrieron sin incidencias hasta la llegada a Ljubljana, donde descubriríamos que nuestro equipaje no había llegado con nosotros.
Y ahí comenzó la gestión de la incidencia con Adria Airlines (compañia de vuelo eslovena) con una atención al cliente pésima y una gestión lamentable.
No es la primera vez que una maleta no llega correctamente a su destino. Y entiendo que los errores pasan, por lo que mi queja contra Adria Airlines no se basa en la pérdida del equipaje, sino en la desinformación, la falta de empatía y una atención al cliente basada en entonar el "no es culpa mía habla con este otro departamento" en lugar de esforzarse por ofrecer respuestas. Gracias a esta estupenda gestión recuperamos el equipaje el quinto día de nuestro viaje.
En cualquier caso, la falta de maletas no iba a estropearme las vacaciones. Así que recogimos el coche de alquiler y tomamos rumbo a las dos principales ciudades del noreste de Eslovenia.
Ptuj
Es una de las ciudades más antiguas de Eslovenia y está situada a unos 130 km del aeropuerto de Ljubljana. Aparcar en el centro es casi imposible y la mayoría de las zonas de aparcamiento son de pago, por lo que terminamos dejando el coche en un centro comercial a las afueras, a poco más de 5 minutos andando de la zona histórica. En general las distancias son muy cortas, y todo el centro de Ptuj se recorre andando en cuestión de minutos.
En general no creo que Ptuj pueda considerarse una visita imprescindible en Eslovenia. Sin embargo es un pueblo estéticamente agradable, con un casco antiguo bien conservado y con un importante valor histórico por sus restos de la época romana y su esplendor medieval.
En la parte baja de la ciudad destaca el edificio del ayuntamiento ubicado en la plaza Mestni, frente a la columna de San Florian.
Muy cerca se encuentra la Torre del Reloj de Ptuj, una especie de campanario independiente con tres relojes, junto al que podemos contemplar una de las joyas de la ciudad de Ptuj: el Orfeo. Se trata de una piedra lapidaria del siglo II en muy buen estado de conservación.
Acercándonos hacia el río, en la Plaza Minoritski, podemos visitar un monasterio minorita (franciscano) del siglo XIII. Y en la lado opuesto del casco histórico se halla el otro monasterio de la ciudad, el perteneciente a los dominicos.
En la parte alta de la ciudad se encuentra el castillo de Ptuj, desde donde tenemos las mejores vistas de los tejados rojos del casco histórico. Puede visitarse de forma libre todo el exterior y el patio del castillo. El interior del museo, que alberga un museo regional, si es de pago y no llegamos a visitarlo. En el recinto exterior del castillo encontramos también unas mesas con bancos donde aprovechamos a comer un picnic con vistas a la ciudad.
Maribor
Nuestra siguiente parada del viaje sería Maribor, la segunda ciudad más grande de Eslovenia, sólo por detrás de Ljubljana. A pesar de eso es una ciudad pequeñita, muy cómoda de caminar y muy bien urbanizada. Resulta una opción perfecta como visita de día, o incluso de medio día sin visitar interiores, como fue nuestro caso.
En primer lugar fuimos a nuestro alojamiento de esta noche, el Hostel Pekarna situado un poco a las afueras, pero que en la práctica se traducen sólo en 10 minutos andando desde el centro. Está ubicado en una zona un poco alternativa, con una sala de conciertos cercana, pero para nada insegura. Además nuestra habitación disponía de cocina, con lo que la utilizaríamos también para cenar esa noche además de dormir.
Una de las zonas más bonitas de Maribor es la ribera del río Dabra, desde donde se consiguen algunas de las vistas más bonitas de la ciudad.
Todo el centro histórico puede recorrerse fácilmente andando. Algunos de los puntos imprescindibles son la preciosa plaza del Ayuntamiento, el castillo de Maribor, la impresionante iglesia Frnaciscana y la Catedral de San Juan Baptista.
Además en la rivera del río nos encontramos un par de torres medievales y un punto muy curioso: la viña más antigua del mundo, con más de 400 años y que sigue produciendo uvas / vino. Además en esta zona nos encontramos numerosos bares y locales con terrazas y un ambiente muy agradable para tomar un trago.
Nosotros elegimos un local llamado Mačka, con mesas de madera y un ambiente muy sosegado. Algunos otros bares cercanos tenían pantallas con trasmisiones deportivas y resultaban menos relajantes. Además con un precio muy ajustado, costando un refresco o cerveza 1.80€, aunque no es algo exclusivo de este local, sino que es el precio medio de esta zona de Eslovenia.