Hoy afrontábamos una etapa corta de unos 60km y nos acercaríamos al punto más occidental de nuestro viaje. Aquí el departamento de Finisterre haría honor a su nombre en uno de los puntos más visitados de toda Bretaña.
Locronan
Nuestra primera parada estaba a tan solo 15km de nuestro alojamiento. Se trataba del pueble de Locronan, que ha sido elegido como uno de los "pueblos más bonitos de Francia", una mención que se concede a poblaciones de menos de 2000 habitantes que conservan un gran patrimonio arquitectónico y cultural.
Locronan dispone de varios parkings muy grandes a las afueras del pueblo, todos ellos de pago. No es posible acceder al interior con nuestro vehículo.
Para visitar el pueblo no hace falta ningún mapa, ya que es bastante pequeño. Sin embargo, en la oficina de turismo podemos encontrar mapas con rutas marcadas para no dejarnos nada en nuestra visita a Locronan.
Nosotros seguimos esta ruta en concreto, que se tarda unos 45 minutos en recorrer y que nos lleva a algunas zonas que tal vez por nuestra cuenta no hubiéramos visitado, aunque lo realmente imprescindible es la plaza y calles alrededor de la iglesia, siendo el resto del recorrido un añadido entretenido.
Es innegable que Locronan es un pueblo precioso y que posiblemente se merezca esa mención de "pueblo más bonito de Francia". Las casas de granito y la plaza de la iglesia son un imprescindible de Bretaña, y conservan todo su encanto medieval. En resumen, Locronan es una visita más de recomendable.
Douarnenez
10 km al oeste de Locronan se encuentra Douarnenez, un pueblo costero históricamente dedicado a la pesca y actualmente más orientado hacia el turismo. Además de un importante puerto cuenta con varias playas de arena blanca que aumenan su atractivo.
Una de las características más destacadas de Douarnenez es la Isla Tristán.
Se trata de una pequeña isla situada a unos 50 metro de la costa y que en marea baja es accesible andando, aunque nosotros la vimos como una auténtica isla. En el Siglo XVI fue la fortaleza del famoso bandido Guy Eder de Fontanelle.
Pointe du Raz
La punta de Raz nos acerca al extremo más occidental de nuestro viaje, donde la sensación del "fin del mundo" es plenamente patente. Es un cabo tremendamente visitado, lo que le resta un poco de encanto debido a la masificación.
Pointe du Raz está catalogada como un Grand Site National de Francia.
Para lograr este distintivo las autoridades francesas demolieron todas las construcciones cercanas a la costa y construyeron un nuevo centro de visitantes con tiendas y un enorme parking un kilómetro hacia el interior.
Por lo tanto llegamos a un parking muy organizado y de pago, desde el que accedemos a una zona de tiendas, bares y restaurantes, además de un punto de información turística y varios edificios de servicio adicionales. La verdad es que está muy bien construido y resulta muy agradable, pero evidentemente no tiene ningún "encanto". Dimos una vuelta por la zona y aprovechamos una sombra para comer nuestro picnic antes de adentrarnos a la zona de costa propiamente dicha.
Hay varios caminos de senderismo que te acercan a distintas distancias de la costa, por lo que se puede elegir cuanto caminar. Nosotros hicimos la ida hacia el cabo más occidental por la pista ancha (accesible incluso para sillas de ruedas) y regresamos por sendas junto al acantilado.
El paisaje es francamente bonito, con una altura considerable sobre la línea de mar y con unas vistas excepcionales del horizonte. Lo único que le resta un poco de autenticidad es la masiva afluencia de visitantes, peo en los recorridos por las sendas junto al acantilado es mucho menos perceptible, teniendo incluso momentos de sensación de soledad.
Quimper
Destino final de nuestra ruta de hoy. Se trata de una ciudad de unos 60.000 habitantes y que es la capital del departamento de Finisterre. Está situada en la confluencia de dos ríos, el Steir y el Odet. A lo largo de ellos encontramos multitud de puentes y pasarelas que le otorgan un carácter muy especial.
Nuestro alojamiento de esta noche fue el hotel Le Derby, situado justo enfrente de la estación de tren y a unos 10 o 15 minutos andando del centro de la ciudad.
Habíamos leído malos comentarios sobre la zona, pero no nos pareció para nada conflictiva. Como siempre en las zonas cercanas a estaciones de tren y autobús de cualquier ciudad es recomendable andar un poco más alerta, pero nada realmente preocupante.
Quimper es una ciudad con un casco antiguo medieval muy destacable y donde encontramos de nuevo numerosos ejemplos de la arquitectura basada en entramados de madera tan típica de Bretaña.
Pero sin ninguna duda el elemento más destacable de todo Quimper es la catedral de Saint-Corentin.
Es una de las tres catedrales góticas existentes en Bretaña (otra de ellas ya la habíamos visitado en Tréguier). Cuenta con dos espectaculares torres que pueden verse desde gran parte de la ciudad y está junto a una enorme plaza que invita a sentarse y contemplar con calma la imponente estructura de la catedral.
Resulta complicado encajar la catedral en una sola foto debido a su tamaño. Por lo tanto es probable que las imágenes no le hagan justicia. Por cierto, merece la pena echarle un vistazo también a la iluminación nocturna de la catedral.
Después de cenar volvimos a la plaza de la catedral para echarle un último vistazo e hicimos un pequeño recorrido por los muelles y los puentes iluminados en el camino de vuelta al hotel.