En la etapa del lunes recorreríamos 170km para entrar de lleno en la costa oeste de bretaña, con una estética natural bastante diferente y un tiempo completamente soleado que nos acompañaría ya el resto del viaje.
Nuestra ruta de hoy coincidía en parte con la ruta de los calvarios de Bretaña. Se trata de recintos parroquiales con varias construcciones decoradas con motivos religiosos en los que se mezclan también leyendas bretonas, formando conjuntos realmente singulares.
En nuestras dos primeras paradas de la etapa íbamos a visitar dos de los calvarios más populares, lo que nos permitiría hacernos una idea de cómo son este tipo de construcciones.
Saint-Thégonnec
El conjunto parroquial de Saint-Thégonnec es uno de los más famosos de Francia. Está formado por un arco de triunfo que sirve de acceso al conjunto, un osario, calvario de triple cruz y la iglesia.
El calvario muestra un conjunto de esculturas con escenas de la pasión de Cristo que forman toda la base del calvario. En la parte superior encontramos la escena de la crucifixión, mucho más compleja y en la que destaca la piedad de la parte inferior.
Guimiliau
Esta parada nos demostró que la visita anterior había sido sólo un calentamiento. El conjunto parroquial de Guimiliau es el más famoso de Francia y resulta muchísimo más espectacular. Está también formado por un arco monumental, un osario, el calvario y la iglesia.
El calvario de Guimiliau es uno de los mayores del mundo y está formado por más de 200 estatuas.
La base del calvario consta de dos niveles de figuras que representan la vida de Cristo, pero aparentemente sin ningún orden cronológico descifrable. Puedes entretenerte mucho tiempo tratando de adivinar qué pasaje del Nuevo Testamento representa cada grupo de estatuas. En la parte superior hay una gran cruz con 4 figuras agrupadas en parejas.
La iglesia fue construida originalmente en el siglo XVI y fue reconstruida a principios del siglo XVII. Destaca sobre todo su interior, recubierto por un artesonado de madera y llama la atención especialmente el enorme órgano que llega literalmente hasta el mismo techo de la iglesia.
Le Faou
Camino hacia la península de Crozon cruzamos por el pequeño pueblo de Le Faou. Está ubicado al fondo de un estuario lo que le permitió (a pesar de su ubicación aparentemente interior) convertirse en uno de los puertos más importantes para el comercio de la zona en los sigles XVI y XVII. Llama especialmente la atención su iglesia, situada junto a la carretera y al lado del estuario.
Resulta muy curioso comprobar una vez más el brutal efecto marea en la zona, resultando en un mar apenas apreciable en los momentos de marea baja.
Camaret-sur-Mer
Camaret-sur-Mer se encuentra al oeste de la península de Crozon. Es un pequeño pueblo con un puerto marítimo, playa y un espigón que se adentra en el mar y que es el verdadero elemento diferenciador y principal motivo de la visita.
El pueblo propiamente dicho no tiene ningún encanto especial. Un conjunto de casas relativamente anodinas y un puerto a lo largo del que nos encontramos un buen número de bares y restaurantes. Al fondo del puerto hay un parking amplio frente a la playa, donde aprovechamos para comer nuestro picnic.
Desde la playa se accede al espigón de Camaret, donde nos encontramos varios esqueletos de barcos varados en la arena que conforma un pequeño cementerio marino.
Creo firmemente que un paseo junto a los cascos dañados y vacíos de estos barcos abandonados justifican de sobra la visita a Camaret. Tiene algo de nostálgico, mágico y cautivador.
Un poco más adelante nos encontramos la capilla de Notre Dame de Rocamadour, pequeñita pero muy acogedora y especialmente conocida por sus maquetas de barcos. Y continuando el paseo llegamos hasta la torre Vauban, que servía para proteger el canal y la entrada al puerto.
Pointe de Pen-Hir
La Punta de Pen-Hir es la zona más occidental de la península de Crozón. Y aunque no es el punto más oeste de Bretaña (y por lo tanto de Francia) in situ puede parecerlo, y en cualquier caso, conforma un paisaje natural simplemente espectacular.
Se puede llegar con el coche hasta un aparcamiento inmenso desde el que se llega andando hasta los acantilados en menos de 10 minutos por una pista muy cómoda. Las rocas de la Punta de Pen-Hir se adentran hacia el mar como si no quisieran terminarse, y se disponen en pequeñas islas frente al horizonte infinito.
Es imprescindible dedicarle un buen rato a disfrutar las vistas y contemplar las olas golpeando las rocas. Es uno de esos puntos que hay que disfrutar con calma, sentándote en una roca y perdiendo la vista unos minutos en el horizonte.
Menez Hom
Es un pequeño monte situado a unos 30 km de Pointe de Pen-Hir y que se alza unos modestos 300 m sobre el nivel del mar.
Para acceder, nos dirigimos hacia el interior desde la punta de Pen-Hir por la carretera D887 y nos desviamos a la izquierda por la D83 en una intersección marcada como "Le Ménez-Hom".
Al fondo de esta carretera que va ascendiendo suavemente nos encontramos un parking y el inicio de varias rutas de senderismo por el monte.
No es un monte especialmente bonito, pero destaca por sus vistas de la península de Crozón y hasta el puerto de Brest.
Le Relais de Porz-Morvan
Este fue el alojamiento elegido para esta noche. Se trata de un hotel + una crepería situado en una carretera secundaria poco transitada y que es fácil de pasar de largo si no se tiene cuidado. Está formado por un conjunto de habitaciones alrededor de un patio central y a un lado tiene una crepería que resultó tener un ambiente de lo más animado por la noche, lo cual (dada la ubicación un tanto alejada del hotel) no dejó de ser sorprendente.
Como aún era pronto y el hotel no ofrecía muchas alternativas de ocio, simplemente dejamos las maletas, descansamos un poco y cogimos de nuevo el coche para acercarnos al pueblo mñas cercano.
Châteaulin
Es un pueblo de unos 5000 habitantes y situado a escasos 8 km de nuestro alojamiento. Al ser la mayor población de la zona imaginamos que habría algo de ambiente y buena variedad de sitios para cenar. Sin embargo nos encontramos con un pueblo básicamente "de paso" y con la mayoría de los bares y restaurantes cerrados por ser lunes.
La ciudad está atravesada por el canal de Nantes a Brest y las orillas del canal aglutinan os puntos más bonitos y que nos sirvieron para dar un pequeño paseo hasta la hora de la cena.
Pero en general Châteaulin nos decepcionó bastante. Es posible que los jueves (que es día de mercado) o los fines de semana se encuentre más gente y más restaurantes abiertos que le puedan dar otra perspectiva al pueblo.
Después de cenar volvimos a nuestro hotel para descubrir el parking prácticamente completo y la crepería con mucho más ambiente y animación del que nos habíamos encontrado en la ciudad.